Georges Bataille, Poemas eróticos
Por Mariano Dupont
en La comunidad inconfesable
13 de agosto de 2009
Presentación
La poesía de Bataille busca menos una forma que un atravesamiento de la forma, como si la potencia de lo vivido socavara las palabras y las tensara hacia un más allá. De ahí que lo obsceno, en estos poemas, no sea tanto una procesión de imágenes eróticas, representaciones de actos sexuales, sino más bien el dispositivo que desarticula las frases, desestructura los ritmos, rompe la superficie apacible de lo supuestamente poético.
Claro que los poemas de Bataille son escasos, en general no destinados a publicarse, pero no por ello resultan simplemente marginales con respecto a su obra filosófica y literaria. Serían en todo caso un núcleo magmático, punto de estallido, aquello que las palabras no pueden decir y que sólo conocemos por vestigios de lenguaje, el insulto y lo procaz que escupen su desprecio y altivez sobre el rostro cartesiano de la lengua francesa.
No es el menor de los méritos de esta traducción el sabor argentino de su selección léxica. ¿Cómo degustar lo obsceno, sentirlo, sin las palabras que se encaraman en nuestras cabezas cuando imaginamos el goce, cuando mancillamos el cuerpo que amamos, cuando perdemos la sintaxis mental? Así, Sofía Durrieu y Malena Rey no sólo optan por términos locales para los órganos del sexo –que no son los órganos sexuales (pene) sino los nombres de la transgresión (pija)– sino que también eligen el voseo, esa forma de mandarle al cuerpo íntimo del otro que se someta al deseo propio: “desgarráme si querés”, dice una voz; “empapá tu culo en la tormenta”, dice otra.
Bataille pensaba que el erotismo era una experiencia de la continuidad, que su apertura –como la mística o la embriaguez– abolía por momentos la discontinuidad del cuerpo propio, separado, fragmentado. Pero ese continuo no puede decirse en la discontinuidad del lenguaje, discreto y articulado, sino rompiéndolo, en el éxtasis. Sus poemas entonces, antes que mostrar y describir, revelan la precariedad del lenguaje, lo imposible. El sexo, la anticipación de la muerte, la borrachera, la alegría son lo imposible con que la poesía sueña y hacia donde los agujeros del poema roto abren mirillas. Espiemos entonces entre los versos de Bataille, mientras escuchamos en el idioma de los argentinos su reclamo de lo imposible.
Claro que los poemas de Bataille son escasos, en general no destinados a publicarse, pero no por ello resultan simplemente marginales con respecto a su obra filosófica y literaria. Serían en todo caso un núcleo magmático, punto de estallido, aquello que las palabras no pueden decir y que sólo conocemos por vestigios de lenguaje, el insulto y lo procaz que escupen su desprecio y altivez sobre el rostro cartesiano de la lengua francesa.
No es el menor de los méritos de esta traducción el sabor argentino de su selección léxica. ¿Cómo degustar lo obsceno, sentirlo, sin las palabras que se encaraman en nuestras cabezas cuando imaginamos el goce, cuando mancillamos el cuerpo que amamos, cuando perdemos la sintaxis mental? Así, Sofía Durrieu y Malena Rey no sólo optan por términos locales para los órganos del sexo –que no son los órganos sexuales (pene) sino los nombres de la transgresión (pija)– sino que también eligen el voseo, esa forma de mandarle al cuerpo íntimo del otro que se someta al deseo propio: “desgarráme si querés”, dice una voz; “empapá tu culo en la tormenta”, dice otra.
Bataille pensaba que el erotismo era una experiencia de la continuidad, que su apertura –como la mística o la embriaguez– abolía por momentos la discontinuidad del cuerpo propio, separado, fragmentado. Pero ese continuo no puede decirse en la discontinuidad del lenguaje, discreto y articulado, sino rompiéndolo, en el éxtasis. Sus poemas entonces, antes que mostrar y describir, revelan la precariedad del lenguaje, lo imposible. El sexo, la anticipación de la muerte, la borrachera, la alegría son lo imposible con que la poesía sueña y hacia donde los agujeros del poema roto abren mirillas. Espiemos entonces entre los versos de Bataille, mientras escuchamos en el idioma de los argentinos su reclamo de lo imposible.
Silvio Mattoni
Córdoba, marzo de 2008
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